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RESTAURACIÓN

El IVC+r restaura seis florones de las bóvedas de la iglesia del monasterio de Santa María de la Valldigna

Realizados en madera con motivos vegetales de hojarasca y flores, tienen unas dimensiones que oscilan entre los 100 y 240 cm de diámetro
REDACCIÓN 2017-09-26
Florón
Florón

El Instituto Valenciano de Conservación y Restauración (IVC+r) ha restaurado seis florones que decoran las bóvedas de la nave central y crucero de la iglesia del monasterio de Santa María de la Valldigna, que en breve serán restituidos en su lugar de origen.

 

Los florones son unas piezas circulares de madera dorada con oro fino y policromada, que tienen como función decorar la clave de bóveda. En este caso, se trata de tres modelos o diseños distintos repartidos en dos pares cada uno, en los que priman los motivos vegetales de hojarascas, volutas enroscadas, golpes de flores y elementos decorativos circulares y ovales convexos rodeados de elementos vegetales en los extremos, que contribuyen a acrecentar la sensación de estar mirando un sol resplandeciente. Sólo en dos de ellos, los más grandes, encontramos unas cabecitas policromadas, que contribuyen a aumentar su lirismo. Sus dimensiones oscilan entre los 100 y 240 cm de diámetro y los 60 a 80 cm de altura.

 

Los seis florones, posiblemente fueron realizados por 'Josualdo' y terminados el '17 de abril de 1694', a juzgar por la inscripción que ha aparecido en uno de ellos, lo cual resulta posible ya que en 1696 Pasqual Rams finalizó la pintura de la bóveda de la iglesia.

 

Previamente a la intervención de los florones se realizó un estudio en el laboratorio de materiales del IVCR+i consistente en la toma de muestras, tanto de las zonas originales como de las intervenidas anteriormente, para conocer la naturaleza de los repintes y diferentes materiales utilizados en sus intervenciones anteriores. También se realizaron radiografías para conocer el sistema de construcción y ensamblaje de estas piezas. Otro tipo de estudio consistió en la numeración y el siglado de cada una de las piezas que integran el conjunto de cada florón con el fin de montarlos correctamente en su enclave original.

 

Los seis florones presentaban importantes pérdidas de volumen a gran escala, como por ejemplo en zonas de los rayos en alguno de ellos, que había motivado su reconstrucción en trampantojo sobre la bóveda, o de menor importancia como la pérdida y rotura de hojas y zarcillos. Estos faltantes han sido reconstruidos con talla de madera.

 

Respecto a la superficie dorada y policromada, esta se encontraba desadherida del soporte, por lo que fue necesario, como paso previo a la limpieza, realizar una fijación y consolidación de todos los estratos dorados y policromados para posteriormente llevar a cabo la reintegración cromática.

 

El monasterio de Santa María de la Valldigna, ubicado en el valle de Alfandech o Mariñén, ha sido, desde su fundación a finales del siglo XIII, uno de los cenobios más importantes desde el punto de vista patrimonial de nuestra Comunitat.

 

Desde que el 15 de marzo de 1298 se donase el monasterio a fray Bonard, abad del monasterio cisterciense de Santes Creus, cada uno de los sucesivos abades que lo han habitado se encargaron de hacerlo más grande y embellecerlo con magníficas obras de arte, que, desgraciadamente, con la desamortización acaecida en 1835, fueron unas saqueadas y otras dispersas, lo que llevó a la ruina a este monumental cenobio.

 

Una buena muestra de esa riqueza patrimonial son los seis florones que decoraban las bóvedas de la nave central y crucero de la iglesia, que, fruto de esa dispersión artística, acabaron en la parroquia de San Juan Evangelista, de Benifairó, a diferencia de la clave de la cúpula, que aún permanece en el monasterio por sus grandes dimensiones y por la altura a la que se encuentra. De allí pasaron en 2011 a las dependencias del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación (IVCR+i) de la Generalitat, donde han permanecido todo este tiempo en un largo y complicado proceso de restauración.

 

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