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EXPOSICIÓN

El Museu Valencià d'Etnologia desvela la indumentària tradicional de Alcublas en una exposición

La exposición se abre al público a las 19.30 horas, sin visitas guiadas y con aforo limitado, siguiendo las indicaciones sanitarias y el protocolo actual de la Diputación
REDACCIÓN 2020-03-12
Inauguración de la exposición
Inauguración de la exposición
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El Museu Valencià d’Etnologia presenta la exposición temporal “La tradición desvelada. Indumentaria tradicional de Alcublas” sobre la indumentaria tradicional de Alcublas, un rico legado que todavía se utiliza en la actualidad en fechas señaladas y que permite estudiar y conocer los trajes de nuestros antepasados.

 

En la exposición se muestran aproximadamente 100 piezas (7 maniquíes completos de indumentaria tradicional, piezas de ropa, documentos, pendientes, relicarios, medallas, pañuelos, etc.) procedentes de familias de Alcublas y diversas instituciones. Se ha producido en colaboración con el Ayuntamiento de Alcublas, la Asociación La Vihuela de Valencia y Asociación Cultural Aires Serranos de Alcublas. 

 

Está comisariada por Javier Marco Casero y Sergio Civera Pont, expertos y autores de numerosas publicaciones sobre indumentaria tradicional, y ha sido coordinada Pilar Payà, conservadora del Museu Valencià d’Etnologia.

 

Para el diputado de Cultura, Xavier Rius, la exposición trata “de revelar la tradición y poner en valor el esfuerzo de conservación, mantenimiento y generosidad que han hecho los alcublanos durante generaciones, porque hoy en día podamos disfrutar de este rico patrimonio cultural”.

 

Para la alcaldesa de Alcublas, Maria Blanca Pastor “preservamos bienes legados por nuestros ancestros que nos mantienen vinculados a los recuerdos de la infancia, a la familia; un árbol de raíces invisibles que se va nutriendo con prácticas culturales que heredamos de nuestros antepasados”.

 

La herencia

 

En la localidad de Alcublas es habitual que las familias atesoren en un arcón la indumentaria recibida de sus ascendientes en herencia. Esta “caja de las ropas antiguas” se ha ido configurando de generación en generación con piezas de gran valor cultural, algunas de la cuales cuentan con más de 200 años de vida.

 

Normalmente eran las mujeres las que se encargaban del cuidado y del mantenimiento de la indumentaria del arcón, del mismo modo que también confeccionaban nuevas prendas, que se incorporaban al legado familiar.

 

El reparto de la herencia se hacía a través de un sorteo por lotes entre los descendientes directos. Las joyas y los pañuelos de seda, consideradas las piezas de mayor valor, se separaban en primer lugar. Resultaba frecuente disgregar alhajas y partir prendas a fin de efectuar lotes equitativos: pendientes reconvertidos en broches o colgantes, pañuelos cortados simétricamente, o la confección de dos faldas de niña utilizando el tejido de una saya, muestran el reaprovechamiento de unas prendas transformadas que han sobrevivido el paso del tiempo.

 

La indumentaria festiva en Alcublas. Un patrimonio ancestral recuperado

 

Cuando Alcublas se viste de fiesta, el tiempo parece retroceder; el repicar de las campanas y la música desbordan júbilo y las calles se atestan de hombres y mujeres engalanadas con las ropas heredadas de sus familias.

 

A diferencia de otras comarcas, que solían alquilar los vestidos en roperías especializadas, en la Serranía generalmente se han servido de la indumentaria local a fin de configurar el atavío festivo. Las mujeres rescatan de los arcones los tres vestidos más representativos utilizados en las principales fiestas de Alcublas: el traje de mayoralesa, el de basquiña y el de churra; así como los elementos propios de la indumentaria masculina, el traje de Churro, utilizado indistintamente para todos los actos festivos, optando por el uso del calzón o saragüell.

 

Del mismo modo, se han recuperado estas prendas para diferentes espectáculos teatrales, carnavales y en Navidad, siendo frecuente el uso de sayas rojas, camisas y justillos que, combinadas con otras prendas de nueva confección, como la zamarra o el zurrón, complementan el traje de pastora en las representaciones del belén.

 

Los diferentes actos y programas de los festejos han evolucionado con los años. Algunas de estas celebraciones han desaparecido; otras se han incorporado con nuevas modas: cuando la Colonia Alcublana en Valencia, una sociedad constituida por un grupo de alcublanos residentes en la capital, instauró las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Salud en el año 1954, con la finalidad de fomentar y enaltecer las tradiciones y fiestas más características de la localidad.

 

VESTIDOS COMPLETOS

 

El Traje de Mayoralesa.

 

Al llegar la onomástica de San Joaquín, cuatro mujeres casaderas protagonizaban las fiestas de las mayoralesas, participando en diversos actos organizados en torno a la festividad del Santo: asistían a una misa cantada y a un pasacalle que recorría las principales calles de la Villa, participaban en una procesión vespertina y en el  baile de la jota y fandango a ritmo de una rondalla.

 

Engalanadas con suntuosas joyas y tocadas con manto blanco, las mayoralesas lucían guardapiés de seda, justillos brocados o jubones de terciopelo labrado, pañuelos de ramos de oro y delantales a juego o de seda brocada, así como las distintivas cintas o flocs. Exhibían un tipo de indumentaria fastuosa que evolucionó influenciada por el traje de labradora valenciana.

 

Traje de basquiña.

 

En los albores del siglo XX las Mayoralesas de San Joaquín recuperaron los vestidos de novia de sus predecesoras a fin de poder lucirlos en las fiestas de San Agustín.

 

La variante más antigua de este traje consiste en una falda y un jubón de terciopelo labrado, que posteriormente fue sustituido por un vestido de dos piezas confeccionado en seda; un mantón de Manila o toquilla, las joyas del desposorio, así como un manto redondo negro para cubrir la cabeza, complementan el conjunto.

 

En 1954 la Colonia Alcublana institucionalizó el uso del traje de basquiña, luciendo las clavarias este indumento en las fiestas patronales en determinados actos religiosos. Su utilización ha ido variando en función de las comisiones organizativas de los festejos, de tal forma que fue en la década de los años 90 cuando las festeras instauraron la tradición de vestir la basquiña en la procesión de la Virgen de la Salud.

 

Traje de Churra

 

El traje de churra es considerado el atuendo más identificativo de la mujer alcublana. Constituido por un sayalejo de farandola, una camisa de mangas bufas y un justillo, este indumento se complementa con un pañuelo de seda, de algodón o merino estampado, un delantal y unos aderezos en plata sobredorada. Al llegar las bajas temperaturas, las mujeres sustituyen las prendas del torso y optan por el uso de una camisa de manga pegada y jubón.

 

En representación de la mujer alcublana, jóvenes y niñas de la localidad lucían el traje de churra en los diferentes actos institucionales, así como en las fiestas de San Isidro Labrador, desfilando en la procesión del santo sobre grupas engalanadas, hasta su desaparición a finales de la década de los años 70 del siglo XX.

 

Justillo de embarazada

 

En la sociedad tradicional los nacimientos en una misma familia se sucedían con cierta asiduidad, de tal forma que podía producirse el solapamiento del embarazo con la lactancia de alguno de los hijos.

 

Respecto al tipo de indumentaria femenina utilizada durante esta etapa de desarrollo, únicamente se conoce la existencia de justillos adaptados para dar el pecho, de manera que esta prenda resulta excepcional al haber pertenecido, según alegan los propios descendientes, a una mujer lactante que se encontraba en periodo de gestación.

 

Confeccionado en seda espolinada y seda adamascada, este justillo del siglo XIX muestra dos aberturas laterales que facilitan la lactancia. Las palas, de curvatura pronunciada, contornean la silueta, de modo que el vientre no permanece constreñido durante el periodo de puerperio, favoreciendo la recuperación del estado físico de la madre, así como durante el desarrollo gestacional. Esta prenda femenina evoca la herencia recibida, la transmisión generacional.

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